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![ANAIS TRIGUIÑUELAS.jpg](https://static.wixstatic.com/media/b23f81_48cb7f3306b04f57b3225fbba91e41ab~mv2.jpg/v1/fill/w_286,h_184,al_c,q_80,usm_0.66_1.00_0.01,enc_avif,quality_auto/ANAIS%20TRIGUI%C3%91UELAS.jpg)
Este mes compartimos café, o mejor dicho infusión, con las chicas de Triguiñuelas (Silvia, Anaís y Paula). Nos hace especial ilusión profundizar en su proyecto “Un día con el abuelo” que es un cuento disco cuyo objetivo es conectar a los niños con la música de sus abuelos.
Ha sido para nosotras muy emocionante escuchar la historia de cómo estas artistas han puesto el corazón en ofrecer a los niños un trabajo de calidad en cada uno de los detalles que lo componen desde la ilustración a la cuidada selección de canciones.
TRIGUIÑUELAS es un ejemplo de que los sueños se cumplen y que cuando las cosas son “de verdad “se transmite MAGIA.
Os deseamos que sigáis llenando de emoción a todos los que os escuchan.
(Hablamos con Silvia en representación del grupo debido a que por distintas cuestiones el resto de componentes se encuentran fuera de Segovia)
¿Café o té?
Pues diría que té pero más bien infusión, porque para las cantantes tomar cafeína o teína es un poco perjudicial para la garganta, pero la infusión es fenomenal.
A Anais le gustaba el café pero ahora lo toma descafeinado. Triguiñuelas le da la energía suficiente para afrontar el día.
Y a Paula le costará decidirse entre un té chai o un café cortado. En cualquier caso, en buena compañía y con música siempre lo disfruta.
¿Cómo surgió vuestro proyecto “Triguiñuelas”?
El grupo surge en 2018 por una idea que tiene Paula, la violinista, de hacer un grupo de música infantil y folk, que es lo que más había trabajado ella hasta ese momento. Paula ya había decidido que quería dedicarse a la música profesionalmente como violinista, y estaba buscando proyectos para realizar en grupo, así que se le ocurrió esta idea. Después pensó en mí como cantante porque ya nos conocíamos desde la infancia, estando juntas en el cole y haciendo distintas actividades musicales en la adolescencia con un grupo de amigos.
Por otro lado, en la creación del repertorio, Paula siempre ha trabajado desde las fuentes primarias que ha encontrado en cancioneros o en trabajos de recogida como los del Instituto de la Cultura Tradicional Segoviana de la mano de Carlos Porro. Nos parece muy importante que nuestro repertorio incluya tanto piezas propiamente infantiles como adaptadas al público infantil. Nuestro objetivo es la difusión de la música tradicional y folk para los más pequeños.
Así, nos embarcamos en ello y todo terminó de surgir a raíz de nuestra participación en un programa de la Diputación de Segovia llamado “Sobre la tela de una araña”, una iniciativa pensada para que los niños se acercaran a la música tradicional castellana y no se perdiera; el mismo fin con el que nace Triguiñuelas.
Hicimos una propuesta que nos dieron de paso y así tuvimos la oportunidad de hacer cuatro conciertos por la provincia, el primero en nuestro municipio, La Granja de San Ildefonso. Aquí empezamos a ver de qué manera teníamos que presentarnos al público infantil, y cómo hacer para que se divirtieran y al mismo tiempo aprendieran. A Anais, la guitarrista, procedente de Valdemorillo (Madrid), la conocimos a través de Paula, porque una alumna suya de violín era su compañera en otro grupo. Así terminó de conformarse Triguiñuelas.
Después de estos cuatro primeros conciertos, empezamos a establecer una rutina de trabajo, ensayando y buscando conciertos nosotras mismas, enviando correos a ayuntamientos, viendo propuestas culturales, etc. Y así poder entrar en los circuitos y seguir actuando con “Un día con el abuelo”. A partir de abril de 2019 volvimos a actuar en directo, y ya seguimos tocando durante ese verano, sobre todo para ayuntamientos.
En ese momento, nos empezamos a plantear el tema de llevar el espectáculo a colegios y de hacer un cuento-disco que recogiera todo, las canciones y la historia, porque veíamos que podía ser muy bonito registrarlo en este tipo de formato. Ambas cosas nos daban mucho pie a hacerlo, así que nos pusimos a ello, junto a amigos y familiares que nos ayudaron. Fuimos a la Diputación de Segovia para ofrecerles este proyecto y ver si nos podían apoyar de alguna forma. Cuando nos reunimos con Chema Bravo, el diputado de cultura, le encantó la idea y así contamos con el soporte de la Diputación para editar este trabajo y llevar un ejemplar a todos los colegios de la provincia. Ha sido maravilloso contar con su ayuda y no podemos estar más agradecidas, así como a todas las personas que participaron: Álvaro García Cocero - Ver Para Creer (diseño gráfico), Inma García Cocero (ilustraciones), Francisca García Jáñez (texto, en base a una idea original de Santiago y Paula Gómez), Xosé Liz (producción musical) e Isaac Millán (masterización). También contamos con la voz de Lucía Gómez y la zanfona de Juan Francisco Ballestero, y claro, el apoyo de nuestras familias y amigos, y abuelos, aunque sean a través del recuerdo.
En cuanto a la publicación del cuento-disco, tuvimos mucha suerte de haber grabado todas las pistas justo antes del confinamiento. Fue muy interesante vivir la experiencia de la producción del disco y creación del libro en remoto. Esto nos demostró que no hay límites que la ilusión no pueda superar. Somos un equipo fantástico y una gran familia.
¿Qué crees que aporta a los niños el lenguaje musical?
Primeramente, aporta un valor cultural incalculable. Después, ayuda al desarrollo de la creatividad, memoria, concentración, comunicación, seguridad en uno mismo, paciencia, organización, conocimiento de uno mismo y de los demás, autorrespeto y respeto hacia los otros. También puede ayudar a la relajación ¡y aporta mucha diversión! Como la música activa los dos hemisferios del cerebro, diría que brinda una mayor inteligencia musical, inteligencia matemática, inteligencia interpersonal, inteligencia intrapersonal y, en particular, inteligencia emocional. Quizás estas, y muchísimas cosas más.
¿Qué os hace sentir a vosotras el contacto con los niños en vuestros conciertos?
Pues nos da una energía enorme, y muy muy positiva. Recibes feedback instantáneo tanto positivo como negativo, aunque cuando ves que están disfrutando, que cantan las canciones… Te emocionas. Además, nos aportan un aprendizaje continuo y nos hacen renovarnos e intentar mejorar en cada espectáculo, y luego, cuando les ves divertirse te produce el doble de satisfacción sintiendo que es de verdad. Nos dan vida… En definitiva, tocar para los niños nos aporta una gran energía y ganas de seguir aprendiendo para devolverles todo lo bueno que dan.
Un poco en la misma línea de la pregunta anterior ¿Qué reacción veis en los niños cuando reciben vuestra música?
Pues esto lo hemos podido experimentar más últimamente, porque al principio los conciertos que hacíamos eran más para todos los públicos, pero en los últimos sí que hemos tenido más niños que adultos en el público, y sí que hemos visto o comprobado que el espectáculo funciona y que les entretiene mucho.
Como hoy en día los niños se relacionan tanto con las tecnologías, genera respeto que no reaccionen tanto a un espectáculo en vivo o que no les estimule, pero eso no es verdad. Hemos podido comprobar que la cultura y la música en directo sí que funcionan y que emocionan. Se lo pasan muy bien y se quedan con todos los detalles. De hecho, por ejemplo, el otro día nos mandaron la foto de un dibujo que había realizado un niño que estuvo en el público, y aparecían los sombreros de las musiexploradoras perfectamente representados, y cada elemento del escenario. Sí que hemos tenido el feedback de que el espectáculo les llega y se quedan con ello.
¿Qué dificultades de transmisión habéis encontrado por culpa de esta pandemia?
Sí que hemos tenido que cambiar bastantes cosas por la pandemia, y esto sí que ha afectado en cuanto al impacto que pueden llegar a tener ciertas actividades. Por ejemplo, antes algunos niños subían al escenario para poder hacer las panaderas en la mesa, o también manipulaban los instrumentos musicales de cocina. Tenemos una canción, “La niña de la fuente”, que interpretamos con percusión, y los niños venían y probaban el almirez, o la sartén… ¡Y claro! Ahora nos da mucha pena… Porque el hecho de que lo puedan tocar es un plus enorme. Ven los instrumentos desde el sitio, y ya les sorprenden, pero si encima los pueden tocar, pues muchísimo más. Y por supuesto que siempre que participan los niños es mucho más divertido, porque ellos hacen suyo el espectáculo. Entonces, sí que lo hemos notado, pero bueno, lo hemos intentado solventar en lo posible. Ojalá pronto se pueda volver a hacer eso.